60 DÍAS DE BOHEMIA
Hoy cumplo 60 días en Guadalajara. Estos han sido
probablemente los 60 días más complejos de mi vida. Este viaje a Guadalajara era
para abril, pero bueno, por razones que ya expuse en otro texto, tuve que
adelantarme. Mi llegada aquí coincidió con la declaración de la cuarentena en Jalisco.
Uno de los propósitos de mi viaje era poder dedicarme a sistematizar muchos de
los proyectos que tenía atrasados porque mi carga laboral no me permitía
escribir mucho. Ese propósito afortunadamente se ha cumplido, aunque no como yo
hubiese deseado. He tenido que escribir en medio del desgano, la depresión y la
incertidumbre. Proyectaba estar un mes aquí y viajar a Guanajuato o a Mérida
(Yucatán), pero no fue posible.
En medio del confinamiento he logrado establecer una
rutina. Me despierto a las 7 am, organizo mi habitación y hago media hora de
ejercicio físico (esto último a veces me cuesta demasiado porque a estas
alturas mi cuerpo no desea hacer ningún esfuerzo). Entre 8 y 9: 30 leo y
organizo el trabajo del día. Luego me preparo el desayuno y a las 10: 00 am
retomo mis actividades académicas hasta las 1: pm que es cuando interrumpo para
hacer el almuerzo. Almuerzo y más o menos a las 3:00 pm retomo la escritura
hasta las 7 pm. A esa hora ceno, me baño, a veces chateo con mi hermana y con
algún amigo, veo videos en redes sociales, termino cualquier cosa que haya
dejado pendiente en el día. A las 11 pm me voy a dormir. Esa es la rutina que
he logrado establecer sin problema, aunque los últimos días me despierto dos o
tres veces muy preocupado y me cuesta volverme a quedar dormida.
Disfruto mucho del trabajo académico que hago, pero la
verdad a veces me aburro y quiero hacer otra cosa, quiero bailar, conversar
personalmente con alguien, tomarme una cerveza en un bar. Yo no vine a México a
encerrarme sesenta días en una habitación, pero bueno, la vida quiso que yo
viviera esta situación y eso estoy tratando de aceptarlo. A mí nunca me han
gustado los planes porque la vida ya tiene los suyos y es probable que no
coincidan con los míos. Prefiero esperar que las cosas pasen. Sí tenía
proyectadas algunas cosas que quería hacer como estudiar, escribir, conocer
muchas personas, visitar dos o tres estados más, hacer algún voluntariado,
participar en congresos. Lo que más he hecho ha sido escribir. Creo que lo
único que he cumplido a cabalidad. El resto de cosas no han podido darse.
He aprendido a estar sola, estos dos meses he vivido
sola. Estuve acompañada por una chica de acá que se hizo mi amiga, pero solo
estuvo quince días aquí, tuvo que volver con su familia. He aprendido a no
refugiarme en nadie distinto a mí, he logrado estabilizar mi sueño. Tengo una
hora fija para dormirme y levantarme en la mañana (con las variantes de las que
hablé antes y que han aparecido la última semana). Esté bien o mal trato de respetar
mi espacio de sueño y descansar lo suficiente, teniendo siempre presente que me
espera un nuevo día con retos y sentimientos impredecibles que tendré que
lidiar. Esto último creo que ha sido lo más significativo de todo lo que he
vivido. Nunca seré la misma chica que llegó aquí el 18 de marzo.
Hoy es uno de esos días que me invade la desesperación
y que mi mente me ataca sin tregua. De momento, estoy esperando a ver cómo
avanzan las cosas, no puedo hacer nada distinto a esperar. El próximo mes tengo
mi tiquete de regreso a Colombia, pero en las actuales condiciones todo es
incierto. Después de todo lo que he vivido, quiero regresarme y estar por lo
menos en un lugar conocido. Sin embargo, mi retorno en estos momentos no
depende de mí y eso es algo que también quiero empezar a aceptar. En estos
momentos lo que me resulta es vivir el presente, busco la forma de escaparme de
él y de querer que todo cambie. Esas ideas que me cuenta mi mente y de las que
todavía no logro deshacerme, me generan sufrimiento y mucha ansiedad. No sé qué
va a pasar y ya no quiero pensar más nada. Ashhhhh
Comentarios
Publicar un comentario