ENTRE LA SOLEDAD Y LOS AMORES FURTIVOS
Corría el año 2014. Intenté una
relación con un compañero de trabajo, no logramos consolidar nada porque él
siempre estaba ocupado, era un abogado frustrado que se creía el mejor de todos.
Todos los días tenía un caso fundamental que resolver. Afortunadamente no me
enamoré de este hombre, porque luego descubrí que sus múltiples ocupaciones
tenían una única explicación: era casado. Ese año podría decir que estuve
prácticamente sola, en una relación de unos dos meses que no implicó nada para
mí y que no trascendió en ningún sentido.
A principios del año 2015 me
inscribí en unos talleres de literatura que me dieron la posibilidad de conocer
nuevos amigos. Fue un espacio que me liberó de una carga emocional enorme. Sin
embargo, había hombres en ese taller, esos seres eran inevitables en mi vida.
Me acerqué mucho a un compañero del taller. En realidad, a dos: uno me atraía
como hombre, el otro como amigo. El que me atraía como hombre era un filósofo
loco, el otro era un editor que tenía cara de serio. El loco estaba interesado
en tener sexo conmigo, las cosas no se dieron como él esperaba y terminamos
distanciados. Salimos un día a bailar con él, pero no logramos acuerdos
fundamentales.
Seguí cerca del editor, al principio
hablábamos de literatura y de trabajo, todas las tardes nos tomábamos un café o
un chocolate, conversábamos rico. Luego él me acompañaba a tomar el bus y nos despedíamos
como grandes amigos. Pronto la conversación derivó en el tema del amor. No
recuerdo cómo se dio, pero terminamos tomándonos unas cervezas, ese día él se
animó y me dijo que yo le gustaba. Esa declaración no me tomó por sorpresa
porque él siempre fue muy atento conmigo, estaba pendiente de cómo me sentía.
Me dijo que yo sabía que él era un hombre comprometido, que yo merecía un
hombre capaz de respetar y valorar mi ternura. Ese día nos besamos
apasionadamente muchas veces y él me llevó a mi casa.
La semana siguiente me invitó a
cenar. En medio de la cena me dijo que no podía seguir siendo mi amigo porque
yo representaba una tentación que él no podía soportar. Yo sólo me reía y me
reía, él también me gustaba muchísimo. Ese día otra vez nos besamos, me llevó a
mi casa y se despidió definitivamente de mí con un beso profundo. Ese hombre me
marcó: nunca en la vida he conocido alguien tan sincero como él. Supo alejarse
en el momento indicado porque no quería afectar su relación de pareja. A mí me
dolió porque de verdad me gustaba muchísimo, pero comprendí que alejarnos era
lo más sabio para ambos. Lo guardé en mi corazón como el recuerdo más bello y
tierno de mi historia sentimental.
A finales del año 2015 nuevamente
empecé a sentirme incómoda con la soledad, así que decidí crear perfiles en
páginas para conocer personas. Ese tipo de espacios siempre me han generado
desconfianza pero era tanto mi miedo a estar conmigo, que caí ahí. Conocí a
varios hombres: conocí a un cantante guajiro con quien salí un día y quedé tan
decepcionada que jamás quise volver a salir con él. Me insinuó que nos subiéramos
al bus sin pagar y eso para mí fue algo humillante. Luego siguió invitándome a
salir, pero no acepté. Yo tenía forma de pagar mi pasaje, no pretendía que él
me lo pagara, pero por lo menos hubiera sido cortés esa primera salida. Mostró
sus cartas desde el principio y eso me ayudó a alejarme.
Acepté salir con otro hombre a cenar,
pero cuando lo vi no me gustó ni un poquito, así que me despedí. Creo que yo
tampoco le gusté porque no volvió a llamarme. Conocí a alguien de mi ciudad,
pero tampoco logró consolidarse nada porque este hombre tenía la vida súper
complicada y nuestras personalidades chocaban. En todas las conversaciones
terminamos peleando. Yo me alejé y no quise saber más de él.
Así que después de usar estas
aplicaciones terminé más decepcionada que antes y con un nivel inferior de
autoestima generado por estar cerca de personas tóxicas que no tenían nada que
aportar a mi vida. Estas experiencias me dejaron reflexiva, decidí que no iba a
seguir buscando pareja desde la desesperación. Pensé que lo mejor era tomarme
un tiempo en soledad, la verdad todo esto lo hice desde la decepción que me
dejaron estas últimas experiencias. Me fui de vacaciones decidida a estar sola,
sin embargo mi decisión no fue motivada por la consciencia de querer estar
sola, sino por todas las malas experiencias que traía en la mochila. Como no
fue una decisión consciente, no pude mantenerla y me encontré de pronto con lo
que yo creí que era el amor verdadero. En un próximo rastro conocerán esa larga
historia.
Comentarios
Publicar un comentario